Un cierto día recibí una llamada de un buen cliente que me dijo: “Aquí tengo estas pieles de cabra para que me fabriques lo que quieras con ellas” (pero por todos los truenos y todos los relámpagos de una tormenta marina, qué responsabilidad).
Me llevé las pieles para mi taller y ahí las dejé, bien a la vista por si me venía la inspiración divina (hay veces que no sé dónde se esconde la muy…..). Y allí durmieron (las pieles) el sueño de los justos unos tres meses, hasta que un día….
Le llamé y le dije: “Tío, ¿hacemos una alfombra o una manta o algo por el estilo?”. Y él, que es un encanto de hombre y todo le parece fantástico me dijo que adelante.
Así que empecé a pensar en composiciones que molaran, porque las pieles tenían diferentes colores, y se les podía sacar mucho partido.
Y en eso estoy. Lo primero es medir bien las piezas que queremos sacar, para no desaprovechar ni un poco de piel, que está cara, pero cara cara.
Y una vez que hemos marcado todas las piezas procedemos a cortarlas, con mucho cuidadín, porque si cortamos mal, cortaremos el pelo y las piezas se afean bastante.
Después, cuando ya están todas las piezas cortadas hay que unirlas para luego coserlas.
Más o menos el trabajo tendrá una pinta parecida a esto, y nosotros tendremos una pinta de cerveza en la mano para celebrar los progresos.
Y como decía Mayra Gómez Kemp “hasta aquí puedo leer”. Cuando haya más trabajo hecho, ya si eso…
madre del amor hermoso de todos los hijos que ha podido parir!!!!
ResponderEliminarMe encantaaaaa, ademas me recuerda a una que tiene mi mamá!!
Vaya pinta que tiene esa manta, aunque parece que este invierno no te va a hacer mucha falta artista!!!!
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